A Máximo Quijano
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Por el arco de Elvira quiero verte pasar Para saber tu nombre y ponerme a llorar. ¿Qué luna gris de las nueve
Entre mariposas negras va una muchacha morena junto a una blanca serpiente de niebla. Tierra de luz,
Crótalo. Crótalo. Crótalo. Escarabajo sonoro. En la araña
Cisne redondo en el río, ojo de las catedrales, alba fingida en las hojas soy; ¡no podrán escaparse! ¿Quién se oculta? ¿Quién solloza
Los caballos negros son. Las herraduras son negras. Sobre las capas relucen manchas de tinta y de cera. Tienen, por eso no lloran,
Un bello niño de junco, anchos hombros, fino talle, piel de nocturna manzana, boca triste y ojos grandes, nervio de plata caliente,
El magnífico sauce de la lluvia, caía. ¡Oh la luna redonda sobre las ramas blancas!
¡Mi soledad sin descanso! Ojos chicos de mi cuerpo y grandes de mi caballo, no se cierran por la noche ni miran al otro lado,
Fuera la lluvia cae sin cesar... En mis cristales viene a tocar su sinfonía:
¡Viva Sevilla! Llevan las sevillanas en la mantilla un letrero que dice: ¡Viva Sevilla!
Virgen con miriñaque, virgen de Soledad, abierta como un inmenso tulipán. En tu barco de luces
Hacia Roma caminan dos pelegrinos, a que los case el Papa, mamita, porque son primos,
Ya viene la noche. Golpean rayos de luna sobre el yunque de la tarde. Ya viene la noche. Un árbol grande se abriga
La muerte entra y sale de la taberna. Pasan caballos negros y gente siniestra
Yo me alivié a un pino verde por ver si la divisaba, y sólo divisé el polvo del coche que la llevaba. Anda jaleo, jaleo: