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Sobre el monte pelado un calvario. Agua clara y olivos centenarios. Por las callejas
En la noche del huerto, seis gitanas, vestidas de blanco bailan. En la noche del huerto,
Las piquetas de los gallos cavan buscando la aurora, cuando por el monte oscuro baja Soledad Montoya. Cobre amarillo, su carne,
La niña va por mi frente. ¡Oh, qué antiguo sentimiento! ¿De qué me sirve, pregunto, la tinta, el papel y el verso? Carne tuya me parece,
Sobre el cielo verde, un lucero verde, ¿qué ha de hacer, amor, ¡ay!... sino perderse? Las torres fundidas
Eran tres. (Vino el día con sus hachas.) Eran dos. (Alas rastreras de plata.) Era uno.
La muerte entra y sale de la taberna. Pasan caballos negros y gente siniestra
Cantan las siete doncellas. (Sobre el cielo un arco de ejemplos de ocaso.) Alma con siete voces
Dicen que tienes cara (balalín) de luna llena. (balalán.) Cuántas campanas ¿oyes?
En la mitad del barranco las navajas de Albacete, bellas de sangre contraria, relucen como los peces. Una dura luz de naipe
Altas torres. Largos ríos. Hada Toma el anillo de bodas que llevaron tus abuelos.
Los mozos de Monleón se fueron a arar temprano, ay, ay, para ir a la corrida, y remudar con despacio,
La luna vino a la fragua con su polisón de nardos. El niño la mira mira. El niño la está mirando. En el aire conmovido
Entre italiano y flamenco, ¿cómo cantaría aquel Silverio? La densa miel de Italia
Fresquísimas violas. Bandadas de rubores levantados por este don de lágrimas que enlaz… la muchedumbre de las viejecillas con la niña y el niño de mi frente…