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Los arqueros oscuros a Sevilla se acercan. Guadalquivir abierto. Anchos sombreros grises, largas capas lentas.
En la torre amarilla, dobla una campana. Sobre el viento amarillo,
El campo de olivos se abre y se cierra como un abanico. Sobre el olivar
En las torres amarillas, doblan las campanas. Sobre los vientos amarillos,
La guitarra, hace llorar a los sueños. El sollozo de las almas perdidas, se escapa por su boca
La Carmen está bailando por las calles de Sevilla. Tiene blancos los cabellos y brillantes las pupilas. ¡Niñas,
Se ven desde las barandas, por el monte, monte, monte, mulos y sombras de mulos cargados de girasoles. Sus ojos en las umbrías
Campanas de Córdoba en la madrugada. Campanas de amanecer en Granada. Os sienten todas las muchachas
La aurora de Nueva York tiene cuatro columnas de cieno y un huracán de negras palomas que chapotean las aguas podridas. La aurora de Nueva York gime
En la noche del huerto, seis gitanas, vestidas de blanco bailan. En la noche del huerto,
El mariquita se peina en su peinador de seda. Los vecinos se sonríen en sus ventanas postreras. El mariquita organiza
Los mozos de Monleón se fueron a arar temprano, ay, ay, para ir a la corrida, y remudar con despacio,
En el gris, el pájaro Griffón se vestía de gris. Y la niña Kikirikí perdía su blancor
Bajo el Moisés del incienso, adormecida. Ojos de toro te miraban. Tu rosario llovía. Con ese traje de profunda seda,
La tarde equivocada se vistió de frío. Detrás de los cristales, turbios, todos los niños, ven convertirse en pájaros