Unicornios y cíclopes
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De los cuatro muleros que van al campo, el de la mula torda, moreno y alto. De los cuatro muleros
Yo no quiero más que una mano; una mano herida, si es posible. Yo no quiero más que una mano aunque pase mil noches sin lecho. Sería un pálido lirio de cal.
Un bello niño de junco, anchos hombros, fino talle, piel de nocturna manzana, boca triste y ojos grandes, nervio de plata caliente,
Sólo tu corazón caliente, Y nada más. Mi paraíso, un campo Sin ruiseñor Ni liras,
Campanas de Córdoba en la madrugada. Campanas de amanecer en Granada. Os sienten todas las muchachas
Me han traído una caracola. Dentro le canta un mar de mapa. Mi corazón se llena de agua
Así te vi La joven muerta en la concha de la cama, desnuda de flor y brisa surgía en la luz perenne.
El remanso del aire bajo la rama del eco. El remanso del agua bajo fronda de luceros. El remanso de tu boca
Antonio Torres Heredia, hijo y nieto de Camborios, con una vara de mimbre va a Sevilla a ver los toros. Moreno de verde luna
Alta va la luna. Bajo corre el viento. (Mis largas miradas, exploran el cielo.) Luna sobre el agua.
Niño. ¡Que te vas a caer al río! En lo hondo hay una rosa y en la rosa hay otro río. ¡Mira aquel pájaro! ¡Mira
Si muero, dejad el balcón abierto. El niño come naranjas. (Desde mi balcón lo veo). El segador siega el trigo.
¡Fita aquel branco galán, olla seu transido corpo! É a lúa que baila na Quintana dos mortos. Fita seu corpo transido,
Suben por la calle los cuatro galanes. Ay, ay, ay, ay. Por la calle abajo van los tres galanes.