#EscritoresChilenos
El mar sus millares de olas mece divino. Oyendo a los mares amantes mezo a mi niño. El viento errabundo en la noche
El nombre mío que he perdido, ¿dónde vive, dónde prospera? Nombre de infancia, gota de leche, rama de mirto tan ligera. De no llevarme iba dichoso
Madrecita mía, madrecita tierna, déjame decirte dulzuras extremas. Es tuyo mi cuerpo
Ya se acabaron las noches del verano que Dios hizo. No hizo el amoratado invierno que escarcha nidos, que traba pies de perdices
Me acuerdo de tu rostro que se fij… mujer de saya azul y de tostada fr… que en mi niñez y sobre mi tierra… vi abrir el surco negro en un abri… Alzaba en la taberna, honda, la co…
Amado Nervo, suave perfil, labio… Amado Nervo, estrofa y corazón en… mientras te escribo, tienes losa s… baja en la nieve tu mortaja inmens… y la tremenda albura cayó sobre tu…
Estoy metida en la noche de estas raíces amargas, ciegas, iguales y en pie que como ciegas, son hermanas. Sueñan, sueñan, hacen el sueño
Haremos fuego sobre la montaña. La noche que desciende, leñadores, no echará al cielo ni su crencha d… ¡Haremos treinta fuegos brilladore… Que la tarde quebró un vaso de san…
Yo la encontré por mi destino, de pie a mitad de la pradera, gobernadora del que pase, del que le hable y que la vea. Y ella me dijo: “Sube al monte.
Amarás la belleza, que es la sombr… No hay arte ateo. Aunque no ames… No darás la belleza como cebo para… No te será pretexto para la lujuri… No la buscarás en las ferias ni ll…
Entre resplandores y humos, exorcismos olvidados, la indiada secreta va y viene, brazos en alto, o se calla en piedra atónita,
¡Cordillera de los Andes, Madre yacente y Madre que anda, que de niños nos enloquece y hace morir cuando nos falta; que en los metales y el amianto
En el medio del llano, un árbol seco su blasfemia alarga; un árbol blanco, roto y mordido de llagas, en el que el viento, vuelto
Corderito mío, suavidad callada: mi pecho es tu gruta de musgo afelpada. Carnecita blanca,
El viento extranjero remece los costados de mi Casa. Puja en las puertas como el oso; salta en onza las terrazas y ya encontró y ya dobló