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Hierba húmeda

¡Qué fácil es sentir la felicidad,
y cuan difícil resulta a veces
poder encontrarla!

Hoy he caminado
descalza
sobre la hierba húmeda.
Lo hice,
cerrando los ojos,
para embriagarme
con esa caricia
blanda y aterciopelada
que rozaban mis pies
desnudos.
Imaginaba que ese
camino no tenía fin,
y que mi éxtasis
se prolongaría
hasta el otro lado
del mundo,
donde los ángeles
jugueteaban
a mi alrededor,
haciéndome sentir
esa niña inocente
y llena de sueños
encantados.
En mi andar,
disfrutaba
del olor a tierra mojada,
y respiraba
su aroma
con el deleite
turbador de la brisa.
Sin embargo,
aún...
sigo sin atreverme
a mirar.
Temo que la realidad
paralice mis sueños,
que ese camino
llegue a su final,
o que la hierba
pierda su frescor.
Ahora, soy feliz,
¡muy feliz!
y me contagio
de mi propia risa.
Es como si los clarines
vibraran en mis oídos
invitándome a saltar,
a correr.
y salto
y corro
y río
y canto
y lloro.
Y me veo
rodando
por ese césped
verde,
mojándome toda,
y sintiendo la piel
con ese sabor a hierba
y a savia,
casi a miel.
Es en este letargo
maravilloso, cuando
al fin...
abrí los ojos,
viendo con asombro,
que el camino
no terminaba,
que una tenue lluvia
empezaba a caer,
y que el sol
se había dormido.
Los ecos de mi risa
y de mis sueños,
se convirtieron
en una realidad
única,
irrepetible.
Mi hierba seguiría
húmeda,
y yo,
andando
y soñando,
con mis pies
descalzos.

12/25/2017

#Verso libre

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