03/03/2019
#Pensamiento
Ya sin aliento y al final del camino, ¡lluvia de abril!
El silencio habla y también ensordece cual vulgar ruido. Podemos escucharlo si aprendemos a oír.
La margarita no perdona "al amor" ¡Por deshojarla!
La vieja mecedora, languidece en u… “Todos la miran y nadie la ve” Ni siquiera con el aura de recuerd… Aquella vieja mecedora arropó a mu… Fue testigo y confidente de alegrí…
Ese viejo árbol que yace junto al río no puede erguirse. La corriente lo inclina pero a su raíz, ¡no!
Sus risas, llantos y carantoñas son inagotables. La dicha de tenerlas enriquecen mi vida.
¡Qué solitarias emergen las espigas de entre las ramas! Entre nubes, sus largos tallos al sol invocan.
Volando el águila sobre la inerte presa, queda solo huir. Sus garras se le acercan... ¡corre, sálvate, vive!
El rayo abruma y al cesar la tormenta, ¡lloran los sauces!
¡Brotes de amor! en esa rosa blanca, sobre mi pecho.
Cuando el instante, la casualidad o el amor se acoplan; entonces, viviremos, entonces, ¡Naceremos!
Ese sonido de las pisadas sobre las hojas secas. Esconde una sensible melodía que encanta.
Fueron tus manos, incansables y férreas parando el tiempo. La Odisea de Ulises tu consuelo final.
Hermosa palabra, llena de esos matices que irradian vida. Es cuando el mar y el cielo se funden en un beso.
Olor a lluvia, soledad aparente. ¡Cantan las aves!