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El ermitaño

Para M. R.

Puede que con el tiempo mis palabras no tengan ningún tipo de significado, mas que lo que todavía siento al invocar tu presencia.

Ese brillo sin color que aparece por las noches y del que solo somos testigos vos y yo, me invita a cuestionar...

Me apuro en unificarte en una frase que conmueva, que perdure eterna en el verbo. Solo existe cuando me ves sonreír, y cuando yo te veo haciéndome sonreír, feliz.

Ninguna palabra puede explicarme la paradoja de tu rareza, como vos misma le decís, a toda esta situación. Solo nosotros conocemos lo hermoso de este amor, que nadie nos supo explicar, que no esta en los libros, y que nadie nunca pudo resumir en una palabra.

Somos un cometa de abrazos y besos que deja destellos de insomnio, y este brillo sin color que aparece en todos los arcoiris, y que son también testigos de lo nuestro.

Me retiro lejos de las luces y la ciudad, una vez mas, para invocar tu presencia en el silencio.
Miro al cielo sin miedo y le exijo que me regale un simple destello, un pequeño cambio en la noche astronómica que capture mi mirada...

Sin esperar nada, me hallo a mi mismo sonriendo, y vivo lo que siempre fuimos y lo que siempre vamos a ser.

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