Instrucciones claras
En Constitución, el enjambre de gente corría,
Como a toda hora, del subte hacia el tren,
Para llegar a tiempo a ver su programa de TV favorito.
Yo leía 'informe sobre ciegos’ de Sábato en el furgón.
Era muy tarde pero me agradaba la historia,
por lo que era indiferente a las caras largas de los trabajadores.
Noté que me miraba una pareja de abuelos.
La anciana me sonreía levemente,
y su compañero perdió luego el interés por mi.
Me recordó a mi abuela materna
y la lectura se me hizo mas emotiva todavía.
Al llegar a mi destino me acerco a la puerta para bajar,
la abuela se me acerca y me dice:
—Te recomiendo que leas 'Ensayo sobre la ceguera’ de Saramago.
Le di las gracias y me marché.
Se que ambos fuimos felices. Estoy casi seguro que Sábato y Saramago se emocionaron también donde sea que estén.
Pude resumir mis mayores deseos en ese encuentro fortuito,
y casi recé porque siempre fuera así:
Recibir instrucciones claras de una entidad llena de sabiduría,
de una cara conocida.
No tuve que dudar, por un momento, y para siempre
en decisiones personales.
Ni preocuparme por mi destino.
Por un instante supe verdaderamente lo que tenía que hacer,
Y así lo hice.
Préféré par...
