Estación Angelica
Angélica es una estación, es un planeta habitable
es un país de luces encendidas que no conoce límites cuando se trata de sus piernas
Angélica frente al espejo es un paisaje de flores que ríen
ella es la luz que invade mi habitación todas las tardes
hay una estación que se llama Angélica
donde florezco sin culpa y sin remedio
donde mis ojos germinan como arboles multicolores en el centro de su pecho
como fruta madura llegan los días resbalando por su escote
y las noches llegan de alas abiertas y aterrizan en sus manos o en su boca
la felicidad y la primavera se abrazan y acampan en sus pestañas
acaricio su cuerpo y se desata la lluvia
bajan mis manos por su cuello y ella se convierte en ángel
en la ciudad de sus ojos transitan nubes y golondrinas
y cuando la oscuridad nos invade basta para que ella sonría y se encienda la luz
y mientras habla, de su boca salen volando cientos de mariposas de tono azul
Angélica es una estación donde llueve y florecen mañanas repletas de sol a todas horas
donde nadie está triste, y todo es alegre y los versos desnudos juegan bajo su falda
y los colores se desvisten en su mirada y se tiran de prisa sobre su vestido
para después hacer una fiesta de azules y rojos, de sueños dulces con alas y de jazmines
sobre su ombligo.
El calendario de sus días soleados no conocen final
como espantapájaros dentro de un arco iris, mirando la luz
inmóvil ante sus ojos, señorita de labios rojos
señorita mariposa, la utopía que yo busco se esconde bajo su blusa
me complace ser abordado por su locura, sus sueños
deje que mi mirada duerma en la suya
míreme sin pena que quiero hacerle el amor con una sonrisa.
Envuélvame con su brisa que tengo el corazón sediento
y yo no quiero que pase, no quiero otro invierno
en estos días de revolución en mi habitación solo existe
la estación Angélica y su cuerpo inundado de sol.
Uno no hace más que contemplar su belleza y seguir sus pasos
como un sonámbulo tras la luna.
