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delirios de grandeza

por:
Christian Alexander Arreola Jacinto

buscando en el humo de   los recuerdos,
quien fuera la huella en la arena que dejamos
efímera y perdida.
 
Quemábamos  la ciudad y sobre sus cenizas caminábamos,
jugábamos en la noche y nada nos hacia daño
la sangre resbalaba de nuestras narices
y se estampaba en una risa curda.
Teníamos las miradas perdidas
en el brillo de nuestra decadencia fingida
y nos sentíamos bien.
Manos con tierra,  cabellos enmarañados,
parpados siempre a medio morir como guillotinas amenazantes,
amaneceres que sabían mejor cuando no se dormía,
destrozábamos lo puro y nos regodeábamos en pieles extrañas
como si el mañana fuese una ilusión
un barro sin forma y sin posibilidades de ser mas que nada.
 
Ahora somos el tesoro perdido,
la melancolía echa polvo.
 
Quemábamos la ciudad
mientras la luna nos miraba,
desafiando  las luces con carcajadas feroces de perros y zorras sin sueño.
Caminábamos en los escombros de un futuro sin ser,
y estábamos bien,
eramos dueños del mundo que no era nada
sino un soplo de instantes al filo de amaneceres
que toman de mi solo un segundo de lo que fue,
bebíamos las noches  en tragos largos,
nos fumábamos la vida en bocanadas interminables,
ojos enfermos, un beso desesperado, un grito a quemarropa,
un golpe seco, ojos mirando a techos desconocidos,
caminos de regreso  en el implacable frío de madrugada,
serpientes entrando en nuestros oídos que ya no decían nada..
 
ahora, Ahora somos el tesoro perdido,
la melancolía echa polvo,
hojas cayendo lento en el viento,
soy un cigarrillo fumado ya muchas veces.
Pero hoy la noche incita
quememos la ciudad, corrompamos la luz,
masturbemos la luna, destrocemos lo puro,
y
ya mañana buscaremos a quien culpar.

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