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el tacto de la distancia a ciegas

por: Christian Alexander Arreola Jacinto
uno mas de tantos para mayalu.

Caminamos sin saber sobre los talones de nuestras sombras
en aquel entonces desconocidas,
jugueteamos con las flores aun sin saber de sus espinas y sus perfumes.
 
El manto luminoso de la serendipia
nos trajo ese tacto penoso y anhelado,
la metamorfosis de nuestras sombras en un nudo de humo oscuro,
el yelmo del caballero fue roto, la seda de la doncella fue acariciada
en el ritual primero del escurrir inmediato del tiempo en nuestras manos entrelazadas,
se rompió el cristal al tacto,
murió la espina y nació el eco de nuestras voces
en el vació antes obligado dentro de nuestras pupilas.
 
El tiempo y la distancia, es la daga condenada de la mitología
es el escurrir lento de la ausencia,
son los vidrios en los pies descalzos,
el chillido de las ratas que reptan la pared,
la mascara burlona en la espalda,
las horas de baba de caracol por las noches,
el caballero vencido
y la doncella solitaria.
 
El destino,
La mordida etérea es como el lobo muestra su amor,
es el dragón con daga de oro
que hurga nuestro pecho
lo atraviesa sin piedad  y derraman la sangre
que dibuja en el piso la carta marcada del sempiterno,
es la estrella penúltima de la madrugada y el alba
con su luz en destellos de limerencia,
es nuestra sombra que nos acorta la distancia para el tacto en la mirada cerrada,
es la doncella luminosa y el caballero erguido sobre el páramo seco,
es tu mano temblorosa que atraviesa la imperdonable y frágil distancia
para revelar la obsidiana de tus ojos
el código secreto del tacto en la penumbra de dos seres ciegos
que se reencuentran como una flor de vida
que crece negra color ébano desde tus cuencas,
es tu mirada que encierra el misterio insondable que vale mi vida….

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