#EscritoresMexicanos (1944) La el soto vega y
La cifra propongo; y ya casi tengo el artificio, cuando se abre el precipicio de la palabra vulgar. Las sirtes del bien y el mal,
Exhalación clara que anhelas —a no perturbar un temblor— por iluminar si desvelas, por dormir si enciendes amor. Desde el hombro donde reposas,
Asustadiza gracia del poema: flor temerosa, recatada en llema. Y se cierra, como la sensitiva, si la llega a tocar la mano viva. Mano mejor que la mano de Orfeo,
En el más cariñoso lecho me siento morir, cuando en la naturaleza, toda mansa como jardín. Muelle, el ala del ángel blanco
A veces, hecho de nada, sube un efluvio del suelo. De repente, a la callada, suspira de aroma el cedro. Como somos la delgada
No: aquí la tierra triunfa y manda —caldo de tiburones a sus pies. Y entre arrecifes, últimas cumbres… Las esponjas de algas venenosas Manchan de bilis verde que se torn…
No cabe duda: de niño, me perseguía el sol. Andaba detrás de mí como perrito faldero; despeinado y dulce,
Han bajado los indios tarahumaras, que es señal de mal año y de cosecha pobre en la montaña. Desnudos y curtidos, duros en la lustrosa piel manchada…
Hoy tuvimos noticia del poeta: Entre el arrullo de los órganos de… Y colgados los brazos de las últim… Detuvo su caballo. El campamento de mujeres batía pal…
Cancioncita sorda, triste, desafinada canción; canción trinada en sordina y a hurtos de la labor, a espaldas de la señora;
Si te dicen que voy envejeciendo porque me da fatiga la lectura o me cansa la pluma, o tengo hartu… de las filosofías que no entiendo; si otro juzga que cobro el dividen…
Vives en mí, pero te soy ajeno, recóndito ladrón que nunca sacio, a quien suelo ceder, aunque reacio… cuanto suele pedir tu desenfreno. Me quise sobrio, me fingí sereno,
Flor de las adormideras: engáñame y no me quieras. ¡Cuánto el aroma exageras, cuánto extremas tu arrebol, flor que te pintas ojeras
Amapolita morada del valle donde nací: sino estás enamorada, enamórate de mí. Aduerma el rojo clavel
Quédate callado y solo: casi todo sobra y huelga. De la rama el fruto cuelga y la rosa del peciolo, no a efectos del querer sólo,