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APORTACIÓN CIENTÍFICA

No son muchos
tan sólo ochenta cortes
en una hoja de papel,
mitad, mitad de esa mitad
y así ese número de veces
para poder mirarlo,
átomo fugitivo, escurridizo
que presintió Demócrito de Abdera.
 
Hay que aislar uno solo
como un bacilo
para poder gritar: “¡Eureka
te atrapé, al fin nos conocemos!”
 
Ya vistos cara a cara
humano y microscópico misterio
comenzará el estudio
minucioso, mutuo quizá,
minúsculo sistema planetario
o así nos han mentido
¡Podremos ya, dar fe de tu apariencia!
 
Las cosas son tan simples
son menester ochenta
disecciones precisas
sobre una blanca página inmolada
en favor de la ciencia.
¿Qué más dan ciclotrones
y esas cosas?
¡Está de más el acelerador de hadrones
si con unas tijeras afiladas
saldrá a la luz la tímida minucia
que fue devastadora en Hiroshima!
 
¿A qué esperar?
comencemos esta sencilla empresa;
demos ya con el átomo,
partícula esencial,
ladrillo repetido,
pieza del ontológico mecano
con la que Dios ha edificado
el Universo.
 
¡Hallemos esa tierna menudencia
y en mármol de Carrara
hagámosle su efigie tal cual es!

(2013)

Es verdad, bastan tan sólo ochenta cortes en una hoja de papel tamaño carta para llegar a un átomo. Corte la hoja por la mitad, una de esas mitades córtela también por la mitad y así ochenta veces, eso es todo.

#Elátomo

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