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Casa rodante

Tal vez un caracol
sin lentitud pasmosa.
Llevar mi hogar como una alforja, a cuestas.
Alternativa
de nómada aspirante
coleccionando albas,
catalogando ocasos,
cartografiando erráticas jornadas
con un distinto pan de cada día.
 
Una casa rodante
cálida, confortable,
apenas lo preciso
que aniquile nostalgias hogareñas.
Como el molusco de jardín terrestre
que se fugó del mar y no lo sabe.
Vagaría por los campos,
−tramposo un tanto, con un GPS,
con sistema satelital de emplazamiento
en caso de hurto, por las dudas−
libre por los rincones del planeta.
 
Soportando (ni modo)
de buen grado, los insalvables trámites
de migración;
dar las explicaciones de vida trashumante.
 
¡Libre!
(Con el carnet de identidad a mano)
Llevándome los libros que son indispensables,
el equipaje mínimo necesario.
Dormir en igual lecho
pero eligiendo el sitio donde he de amanecer.
 
Compartir pan y sal,
tasa de azúcar, vino, tálamo tibio
con la vecina de hoy, sabiendo ambos
que no habrá otro reencuentro.
 
No volar, soy humano
pero probar aquí o allá lugares
a ras de suelo,
eligiendo la ruta sugerida
por un gorrión afable;
o en las bifurcaciones inquietantes
extraer un secreto de mi almohada,
lanzarlo al aire
y andar “a vuela pluma”.
 
Una casa ambulante
para darme ilusión de sedentario
en su interior estable
mientras bebo café.
Sabiendo que allá afuera el mundo gira,
que la nueva mañana me depara
paisajes novedosos
al salir de mi tibio domicilio.

(2013)

Se compra casa rodante de segunda mano para dos personas,
motor en buen estado. Espero ofertas.

#Nómada

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