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INTRUSO Y CÓMPLICE

(Para Alex)

No sé cómo sucedió, pero un grillo ha invadido mi habitación que siempre mantengo cerrada al mundo. En lugar de buscarlo, pues sé que sería inútil, me puse a revisar paredes, puertas y ventanas para encontrar el hueco que dio lugar a esa debilidad de la fortaleza que resguarda, ya no tan fielmente, mi decepción.

Si tratara de guiarme por el canto monótono del intruso indeseable, me engañaría el reflejo del sonido; lo sé por experiencia no vivida, leída: Alfonso Reyes aborda el insólito asunto en un cuento titulado “A la caza del grillo”.

No voy a rociar insecticida por los rincones sospechosos pues no soy asesino y mucho menos suicida. Si el insecto bullicioso saliera voluntariamente, lo guardaría en una caja de cerillos para retornarlo al jardín, donde realmente pertenece, donde no dañaría a nadie y donde tendría mayores posibilidades de encontrar pareja, que es el verdadero cometido de su incesante canción.

¡Qué necedad de grillo! Lo peor es que sus acordes sin matices, agudizan mi sensación de soledad. Por su culpa, no me siento ermitaño, más bien patético. Mi espera vana de que ocurra cualquier cosa, no se reviste del imponente silencio, sino de la fricción sin fin de los hélitros ansiosos de esa desorientada criatura de Dios.

Ya hasta me hizo recordar a José Gorostiza: "La buena gente piensa,/ sin embargo/ que canta una cajita de música en la hierba". Pero aquí no hay hierba, tan sólo el aroma del tabaco inglés; no hay ni siquiera flores, pues me he encargado de que sean desterradas. Las únicas hojas son las de los libros.

Resignado a intentar dormir con la rumorosa presencia del munúsculo huésped, he llegado a la conclusión, después de tantas horas, que su canto no llama a nadie, se trata de una elegía por decepción amorosa. El grillo se ha venido a refugiar aquí porque encontró propicio mi monasterio de soledad y reflexiones; estoy seguro que seremos amigos y hasta tendremos una conversación de altura sobre nuestro colega Shopenhauer. Si el no se queja del inagotable humo de mi pipa, ¿por qué voy a quejarme yo de sus tristes pensamientos en voz alta?

(2013)

Y el grillo sigue cantando con singular alegría sus penas de amor; como la cigarra de María Elena Walsh. Como el cuervo de Poe persiste sobre la cabeza del busto de Palas diciendo "Nevermoore".

#AlfonsoGorostizaGrillo #JoséReyes #Refugio #Soledad

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