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LOS DOS ESPÍAS

Aguardo con paciencia mirarte en la ventana
discreta y aún curiosa detrás de tu cortina
no sabes que tu sombra con la luz mortecina
te delata mirando, sé que eres mi guardiana.
 
Bien sabes que concluida mi labor cotidiana
me detengo unas horas siempre en la misma esquina
para ver si la suerte me abate la rutina
sorprendiendo tus ojos por entre la persiana.
 
Aquí estoy como siempre, me alumbra una farola,
no tengo tu permiso, mas soy rendido espía;
miras de vez en cuando, ya no te sabes sola.
 
Acaso el necio guardia te inspira simpatía
porque a veces sonríes como diciéndome “hola”
y en mirarnos furtivos va declinando el día.
Preferido o celebrado por...
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