Gota inmersa en un río vertiginoso
voy por las calles entre tanta gente
qué triste es confesarlo, aunque me ausente
el mundo seguirá intacto y frondoso.
No entiendo qué designio poderoso
me puso a andar. Dios concibió en su mente
a un hombre más, me juzgo intrascendente
y tengo un potencial vasto y glorioso.
Preso en la Tierra que es mi paradigma
oculta está la fuerza que poseo.
Mi torpe corazón tiene un estigma
borroso por las marcas del deseo.
¿Quién soy? ¿Qué vine a hacer? ¡Sabré el enigma!
Inmadura mi fe no obstante: Creo.