Llegaba una bandada de teros
a ese hermoso lugar.
Pasaban y saludaban
con su canto peculiar.
—¡Van llegando!
¡Veinte teros!—
Avisaban los carneros
saludando con esmero.
—¿De dónde vienen las aves?—
Preguntaba el gallo al porcino.
—Vienen de Salta, la linda,
a visitar a los vecinos.
—¡Que bochincheros son los ‘gurise’!—
Decía un pato chaqueño
que agarraron de la calle
porque no tenía dueño.
La gallina doña Rosa
gritaba desde el gallinero:
—¡Cállense todos la boca!
¡Manga de bochincheros!