#EscritoresMexicanos
Grabó sobre mi faz descolorida su Mane Thecel Phares el Dios fu… y me agobian dos penas sin medida: un disgusto infinito de la vida, y un temor infinito de la muerte.
¡Cuántos, pues, habrán amado como mi alma triste amó... y cuántos habrán llorado como yo! ¡Cuántos habrán padecido
Como verte es el único ideal que p… sin vivir en mí estoy, y muriendo del ansia de reunirme c… cada día me digo: “¡Si pudiera ser hoy!”
A veces, en sueños, mi espíritu fi… escenas de vidas lejanas: yo fui un sátrapa egipcio de rostro de es… de mitra dorada, y en Menfis viví.
Si en el mundo fue tan bella, ¿cómo será en esa estrella donde está? ¡Cómo será! Si en esta prisión obscura,
Si no te supe yo comprender, si una lágrima te hice verter, bien sé que al cabo perdonarás con toda tu alma... ¡Qué vas a hac… ¡El que más ama perdona más!
¡De qué sirve al triste la filosof… Kant o Schopenhauer o Nietzche o… ¡Metafisiqueos! En tanto, Ana mía, te me has muerto, y yo no sé todav…
El desaliento ¡Por qué empeñarse en buscar a quién se quiere esconder! Si Dios no se deja ver, alma, ¿cómo les has de hallar?
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendi… porque nunca me diste ni esperanza… ni trabajos injustos, ni pena inme… porque veo al final de mi rudo cam… que yo fui el arquitecto de mi pro…
Es preciso que tornes de la esfera… con los flavos destellos de la Lun… cual la momia de un mundo, de la a… es preciso que tornes y te vuelvas… y me des un refugio, ¡por piedad!,…
Para cubrir los peces del fondo, q… de frío, mis piadosas ondas se cri… y yo, la inquietuela, cuyo perenne… es variar, enmudezco, me aduermo,… ¡Ah! Tú no sabes como padezco nos…
Perdí tu presencia, pero la hallaré; pues oculta ciencia dice a mi conciencia que en otra existencia
Al oír tu dulce acento me subyuga la emoción, y en un mudo arrobamiento se arrodilla el pensamiento y palpita el corazón...
Eres uno con Dios, porque le amas… ¡Tu pequeñez qué importa y tu mise… eres uno con Dios, porque le amas! Le buscaste en los libros, le buscaste en los templos,
Hasta muriéndote me hiciste bien, porque la pena de aquel edén incomparable que se perdió, trocando en ruego mi vieja rima, llevó mis ímpetus hacia la cima,