CURSILERÍAS
A las mujeres no nos pega la cursilería,
porque las mujeres ya somos naturalmente cursis;
con las posturas, los gestos, las niñerías,
esa super habilidad de llorar por todo y por nada;
por eso las mujeres no podemos exagerar.
Eso es cosa de hombres,
que de por sí son despistados;
ellos no tienen, ni entienden un segundo lenguaje,
no se ponen sensibles con prácticamente nada,
no tienen en el alma sentimientos enredados por doquier,
son más básicos y sencillos,
y no por eso menos adorables.
Pero a mí que se me da esto de estarlo escribiendo todo,
de dejar sentencia de lo que el corazón grita,
pienso que si el caballero de mis letras me lo permitiera
yo sería mucho más cursi.
Lo despertaría a diario con palabras meloseras,
le dejaría en los bolsillos migajas de recuerdos flojos,
y encontraría por donde pase
pedazos de mi alma rasgada.
Le diría diariamente cuánto lo quiero,
y me reiría montones de sus inseguridades,
en los días inviernosos me aferraría a su ser cual parásito,
y en las noches, antes de dormir besaría unas cien veces su espalda.
Le regalaría flores, y canciones, y dejaría mis cabellos
en su chaqueta después de espantar el frío.
Le haría un itinerario con mis oficios,
para que no se angustie cuando por obligación me alejo,
le diría te amo, mucho, muchas veces al día,
y cuando me pregunte en qué pienso,
le diría en ti vida, en tu vida lejana y oscura;
pero como él es todo un caballero rudo
nada más se lo escribo, le dejo pistas
en estos escrito, y disimulo.
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