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HUIDA

Quédate en el batallón de los inolvidables,
en el centro de la duda de tu guerra fría,
de tu paz ardiente;
no regresés con el eco de los despojos
a exigir inmortalidades,
si vos sabés que a la hora de enlistar príncipes
eres innombrable.
¿Cuál es el miedo, cobarde?
Si te han premiado con fidelidades inmerecidas,
¿a qué hora eternizaste la nada?;
Quédate en el afán de los pronto,
que ya pronto han pasado
cincuenta ausencias ilesas a los reproches,
¿A qué le temes distante?
Si tu abandono es el más exquisito de los recuerdos.
Quédate en tu mundo de señor
donde yo soy pesadilla.
Es tan fácil quererte cuando no exiges nada,  
Cuando mis uñas no pueden cercenar  tu espalda.
¿Eres acaso un ser imaginable?
Imaginativo,  fantasioso, perdido.
Huérfano de olvido,
cuelgas recuerdos al viento
para que me susurren al oído con voces de locura.
Madrugas el deseo para que muera viejo,  
me trasnochas las ganas para que sucumban de hambre,
¿A qué le temes?
¿No adivinas mis soledades?
¿No me congelaste en tu deseo?
Quédate lejos en mi memoria,
en tu llanto seco, en tu grito mudo,
quédate en la distancia, distante,
que yo no sé huir,
mis alas son de corto vuelo, no sé hablar de mí,
no me entiendo, me desconozco.
Quédate en ti,
que yo te espero.

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