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MASOQUISTA

A mí me gusta el dolor,
ese que te pincha alguna parte, que te incomoda,
al que le buscas un espacio para que pueda doler tranquilo;
como el gimnasio, una habitación oscura,
un bar con mucho licor y notas que lo alientan,
un spa con aromas y esencias que lo adormecen.
A mí me gusta el dolor,
se despierta al primer pensamiento cada mañana conmigo,
en un suspiro me presiona el diafragma,
y retumba como el eco en un espacio vacío.
Me amarga un poco el desayuno,
y me fastidia algo más al lavarme los dientes;
cuando me miro al espejo a ensayar la sonrisa del día,
asoma por el rabillo del ojo y me saluda de mala gana.
Usted es muy dolor,
constante silencioso que carcome desde adentro,
no se levanta conmigo, me hace ver que no lo tengo,
se desaparece cualquier día avivando el mas fuerte de mis miedos.
Y cuando uno acepta la ausencia,
y duerme abrazada con ella,
pues entonces usted aparece, y se inventa un dolor nuevo.
Usted es como un trabajo de parto diario,
y cuando uno cree que está pariendo un olvido,
en realidad está engendrando un recuerdo nuevo.
Usted me gusta mucho, me gusta el dolor de perderlo
para después aferrarme a la utopía de tenerlo.

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