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La maldición virtuosa.

Una vez abierto el ojo lúcido, cerrarlo es imposible.

Gravito en meditaciones vagas
como suelen ser las mañanas
Miro a lo lejos para ver si respiro
el enigmático aroma de tu suspiro
 
Buscando tus imágenes llanas
ya sea la espalda o las marañas
de cabello donde el tuyo resalta
por límpido lacio y fiel cual santa
 
¿Donde buco los colores del zafiro?
De tus ojos que a los míos dan un giro
involuntario y de razón distante
me llaman con ilusión constante
 
Siendo como los obscuros cielos del oriente
Más azules y menos negros que mi occidente.
negros o azules, ambas son la noche que resalta
en el vacuo y misterioso manto de la hora alta.
 
La luna está vestida de humana y es orgullosa
la luz de la mañana, se puso piel y es gloriosa
una me es los miedos y su voluntad engañosa
la otra el fulgor eterno de una fragua veleidosa.
 
La una se guarda de premuras y en prudencia
la segunda se ha revestido de noble  ausencia
de ninguna deseo su hermosa presencia
pues estoy perdido en los infinitos de mi consciencia.
 
Estas palabras son la sangre de un delirio
que corre largo e insondable cual un río
no fin ni comienzo presenciado en el destino
más un prodigio que la paz le entregará camino.

El tema es tan personal que estos símbolos versuales ya me parecen una demasía.

Piaciuto o affrontato da...
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