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Madre.

A la Señora que nacida de otra, diera gusto de vida a este poeta.

Soy más un espíritu errante
que un hijo querido y ensoñado
El tiempo me dio cuita flagrante
cuando nací casi muerto y maltratado.
 
En tus brazos hallé un calmante
a ese llanto eterno, permutado
por la calma de tu semblante
como letanía de lo manifestado.
 
Tienes una necesidad talante
de cuidar de este ser atropellado
por ese amor tan importante
que nace de un vínculo madejádo.
 
Entre la madre y el hijo errante
Existe un equilibrio inusitado
Salvaste a este espíritu mediante
Comprensión, comida y cuidado.
 
Soy muy feliz en el instante
cuando me tienes abrazado
No habrá quizá ninguna amante
que me de tiempo, como tú lo has dado.

A mi Mamá que confió en mi desde siempre y nunca perdió esperanza de este trépito de sucesos raros que es mi vida.

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