Vino y tiempo.
De una mujer que se sumergió en el precipicio de la duda.
Confesiones, soy malo con ellas, la verdad tiende a atorarse y disiparse en balbuceo, con ello solo me ayuda el vino, bien dicen que el vino vino para aliviar las lenguas tímidas.
Vino y tiempo vino y tiempo vino y tiempo vino.
De aquel viñedo recuerdo uno que gustaba beber en las noches, de notas fúnebres y sabor a enebro, cual ébano en color, era una oda al pasado.
hay a la vez uno también que gustará.
Tacto dulce en sus finas bayas que después duermen en almizclado, que a la segunda copa que siempre es coincidencia de una primera, desaparece como desaparece la amargura en la desdicha que gusta venir de sorpresa y de soslayo. Ese vino añejado en barricas nuevas, sabe más al futuro que a otra cosa.
Yo, no sé de cual tomé, quizá me crucé, y entre la angustia del almizcle y el pesar del enebro te me escapaste de las manos, de los labios, de nuestros posibles brazos.
Las vicisitudes guardan senderos que son obscuros a menos que se apague la luz del recuerdo temeroso.
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