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Píntame angelitos negros

¡Ah mundo! La negra Juana,
¡la mano que le pasó!
Se le murió su negrito,
sí, señor.
 
—Ay, compadrito del alma,
¡Tan sano que estaba el negro!
Yo no le acataba el pliegue,
yo no le miraba el hueso;
como yo me enflaquecía,
lo medía con mi cuerpo,
se me iba poniendo flaco
como yo me iba poniendo.
se me murió mi negrito;
dios lo tendría dispuesto;
ya lo tendrá colocao
como angelito de Cielo.
 
—Desengáñese, comadre,
que no hay angelitos negros.
 
Pintor de santos de alcoba,
pintor sin tierra en el pecho,
que cuando pintas tus santos
no te acuerdas de tu pueblo,
que cuando pintas tus Vírgenes
pintas angelitos bellos,
pero nunca te acordaste
de pintar un ángel negro.
 
Pintor nacido en mi tierra,
con el pincel extranjero,
pintor que sigues el rumbo
de tantos pintores viejos,
aunque la Virgen sea blanca,
píntame angelitos negros.
 
¿No hay un pintor que pintara
angelitos de mi pueblo?
Yo quiero angelitos blancos
con angelitos morenos.
Ángel de buena familia
no basta para mi cielo.
 
Si queda un pintor de santos,
si queda un pintor de cielos,
que haga el cielo de mi tierra,
con los tonos de mi pueblo,
con su ángel de perla fina,
con su ángel de medio pelo,
con sus ángeles catires,
con sus ángeles morenos,
con sus angelitos blancos,
con sus angelitos indios,
con sus angelitos negro,
que vayan comiendo mango
por las barriadas del cielo.

Este poema se incluyó en una obra póstuma titulada “La Juanbimbada”, en el año 1959, y podría considerarse un himno contra la discriminación racial. Se hizo muy conocido a través de un bolero cuya música pertenece al actor y compositor mexicano Manuel Álvarez Maciste, interpretado inicialmente por el actor y cantante mexicano Pedro Infante, también por el cantante de nacionalidad cubana Antonio Machín. En su adaptación al ritmo bolero, se redujo la extensión de la poesía quitándole el diálogo inicial para hacerla más apropiada a la longitud de la obra musical. Y aunque mucha gente recuerda la canción en todo el mundo, muy pocos saben que estaba basada en un poema de Andres Eloy Blanco. El dúo uruguayo Los Olimareños también interpreta esta canción, pero como un joropo del folclore venezolano. Así mismo, fue versionado por la cantante norteamericana Roberta Flack, con una canción en su álbum de 1969, First Take.

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