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Tiritas.

Mi madre se quedaba en el sofá y yo suplicaba en mi cama que vuelva conmigo
 
–Déjenme ir–   Les decía a mis hermanos que me sostenían diciendo:–  Cálmate ya  –
 
“Entre la sala y el cuarto hay dos kilómetros”
 
Tengo que pasar la cama grande, no oír ronquidos, aguantar la respiración…
—Eduardo, Maria… déjenme en paz  -
 
Mi madre está sola tejiendo a oscuras, y mi gata la acompaña donde debería estar yo.
¿Dónde dejó su vaso que rebalsó después de tantos gritos y caídas de platos?
 
“Entre la sala y el cuarto hay dos kilómetros”
 
Está con su tristeza de hilos de todos los días de  semana y no recuerda que yo con mis cuatro años aun sigo colgado del cordón umbilical y que camino junto a ella dejando mi espalda
 
“Entre la sala y el cuarto hay dos kilómetros”
 
Hay una casa y un mundo gris que no comprende mi edad ni mi llanto
No comprende nada.

(2000)

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