Noches vacías
No puedo dormir por las noches
porque no estás a mi lado.
Tu lado de la cama está vacío,
siempre lo ha estado.
Coloco la mano en él,
ni siquiera siento tu calor,
y ese frío no me deja dormir.
Si logro dormirme,
me despierto a media madrugada,
jadeando y sudando,
¿acaso tu ausencia me duele tanto que corro sin encontrarte?
Tal vez sea la falta de tu columna vertebral llacente sobre mi colchón,
el peso de tu cuerpo bajo mis sábanas,
el aliento de tu boca detrás de mi oreja.
Tal vez sea toda esa soledad que me provocas lo que me despierta.
Acostumbro a soñar que te importo,
y despierto llorando, porque la herida se ha abierto y está sangrando.
Tu mano no aprieta la mía.
Viajo sola hasta el fin del mundo,
¿acaso no es triste sentirse sólo en un mundo lleno de gente?
Pero si tú no estás en mi mundo, mi mundo está incompleto.
Tal vez debería de dejar de dormirme pensando en tu recuerdo,
en tu deslumbrante sonrisa, en la gravedad de tu voz.
Tal vez, si dejara de pensar en tí, no sería ese mismo recuerdo el que me despertase.
Aunque, tal vez si llenaras ese hueco que hay en mi cama,
dormiría más tranquila.
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