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Confesión

Trilogía
Parte I - Confesión
Parte II- Carta de una mujer
Parte III - Delirio clandestino

Lo cierto es que hablarle, era su forma de canalizar el silencio “incómodo” que le producía  cuando se ausentaba la palabra  y le miraba.
Temía siempre que la encontrara observando más allá de sus ojos, con ese claro casi hiriente, indagando en sus profundidades.
Lo que realmente le apetecía era mirarle sin mediar palabra, olerle, besarle...
Recordó la primera vez que le descubrió, de la forma más infantil y tierna posible. Fue algo extraño, una conexión intangible que no pudo describir.
Luego pasó el tiempo y algunos tropiezos casuales, o causales, y muchas miradas furtivas.
Y luego de una manera sutil se instauró una pequeña rutina de breves e inocentes encuentros, ansiosa siempre por ese ratito de charla fugaz.
Se engañaba disfrazando emociones y transformando realidades.
Una tarde de verano, lo invitó a un café, sólo para verlo una vez más.
No sacó el valor necesario para desnudar su alma y se marchó, con esa sensación de culpa, de cobardía, de niña adolescente y asustada.
Arrepentida, con "pluma y papel" delirante, le mostró su sentir. Temerosa de no ser correspondida y aún más, de llegar a serlo...
Su única pretensión era no quedarse con ello por dentro y liberarse de ese peso, a pesar de saber que podría alejarlo para siempre de su vida.
Ahora es libre, porque entendió que lo que siente es mucho más fuerte que un contacto físico. Es un sentimiento que nace desde lo más profundo, que es puro, limpio, aunque tal vez inapropiado.
La carta llevaba remitente, por si el destinatario decidiera contestarle alguna vez...

04/08/2018
14/08/2018

#IParteRelato

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