SILENCIO
Tanto ruido ensordecedor a mi alrededor, que me aislo para poder escuchar en silencio mi soliloquio, mis palabras mudas, mis secretos a voces, mis reflexiones contradictorias, mi ratito de introspección.
Algunos dicen: “ella no habla”, otros: “está loca”, otros afirman: “es la soledad”, otros: “ya está con los poemitas o sus rituales, que eso no da de comer”...
Es cierto, pero alimentan el alma, que al final, es lo único que trasciende.
Necesito el silencio en mi vida, al menos unos pocos miles, de esos 86.400 segundos diarios que tan bondadosamente me regala el Tiempo cada día. Tampoco es mucho pedir. Silencio, donde no escuche al niño, a quien amo profundamente, ni a la perra, fiel y discreta compañera, ni el teléfono, fuente de trabajo y de complicidades, ni a la abuela, entregada totalmente a su familia, ni nada, ni a los grillos de ser posible, tampoco. Sólo mi voz interior, mi momento de conexión, de reencuentro, de reflexión, de meditación, de nostalgia, de Alegría, de planes, de Amor.
Me acostumbré a vivir en Silencio, y lo añoro, por eso ahora la quietud de la noche es savia para mi vida.
Necesito el Silencio para estar triste, melancólica, nostálgica, alegre, desquiciada, excitada, ilusionada. Necesito el Silencio para encontrarme nuevamente cada día, sin máscaras y recordarme quién soy!
Me gusta el Silencio para saborearlo dentro de mí y acallar también todo eso que me gusta hacer sin sonidos.
Tan sólo Quiero respirar (un ratito) profundamente, en Silencio.
08/09/2018
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