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La impermanencia de los seres.

 
 
 
 
 
“Un trago servido en la mesa,
un ave cantando sin cesar;
mientras tu ahí sentada no dices una palabra
yo grito en mi interior en busca de la verdad.
 
En ocasiones perdidas hablas,
y hasta muchas veces me llegas a tocar,
con esa mirada un tanto perdida;
Tu simple presencia causa en mi bienestar.
 
Una copa vacía en la mesa,
un beso que no parece acabar;
tus manos tibias provocan en mi sensaciones,
que ni siquiera los Dioses se logran explicar.
 
Cada día pasa lento,
cada tarde es una eternidad,
pero cada segundo de una noche contigo,
se convierte en un universo
Con miles de historias que en el tiempo se perderán”.

Este poema fue creado en una rara mañana de un día cualquiera.

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