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A Francia

Sobre la traslación de los restos de Napoleón a París

Bástete, o Francia, la gigante gloria
Con que llenó tus ámbitos el hombre:
Bástete ver en la brillante historia
Unido al tuyo su grandioso nombre:
Bástete el monumento soberano
Do su potente mano
Grabó en el bronce un sello perdurable;
Mas deja, deja al mundo
Ese sepulcro solitario, austero,
Donde el hado severo
Guarda al coloso de ambición y orgullo
Entre esas peñas áridas y solas,
Mientras el mar con turbulento arrullo
Quiebra a sus pies las espumantes olas.
 
¡Déjale allí! ni cantos ni plegaria
Suenan por él en el peñasco rudo
En torno de su tumba solitaria;
Mas elocuente en su silencio mudo.
¡Déjale allí! sin comitiva, aislado,
Duerma en su roca estéril y sombría
El Rey sin dinastía;
No en panteón estrecho sepultado
Oiga ¡oh París! tu bacanal ruido,
Entre regios sepulcros confundido.
 
Su tumba es Santa Helena:
Los nombres inmortales
De Arcola, de Austerlitz, Marengo y Jena, 1
No llegan a turbar su austera sombra,
Ni la columna altiva
Protege con sus águilas la tumba,
Ni el clarín suena ni el cañón retumba:
Mas allí el mundo mírale, y se asombra,
Más que de sus victorias y laureles,
De ver caído al sin igual coloso:
Y en ese escollo su fantasma inmenso
Velando silencioso
Con su aureola de gloria,
Viendo pasar revoluciones, leyes,
Escarmiento de pueblos y de reyes 2
Es un padrón terrible de la historia.

1841

1. En la versión de Poesías de la excelentísima señora (1850) trae otra versión datada en Junio de 1841, en que se modifica este verso por este otro:

De Wagram, de Austerliz , Marengo y Jena,

2. Se ha aplicado el cambio de la fe de erratas de la publicación original, el verso publicado que se corrige en ella era:

Escarmientos de pueblos y de reyes

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