Recogido por Esteban Peicovich en su libro "Borges, el palabrista"
#EscritoresArgentinos
Debo a la conjunción de un espejo y de una enciclopedia el descubrimiento de Uqbar. El espejo inquietaba el fondo de un corredor en una quinta de la calle Gaona, en Ramos Mejía; la enci...
Olorosa como un mate curado la noche acerca agrestes lejanías y despeja las calles que acompañan mi soledad, hechas de vago miedo y de largas l…
Cuentan los hombres dignos de fe (pero Alá sabe más) que en los primeros días hubo un rey de las islas de Babilonia que congregó a sus arquitectos y magos y les mandó a construir un lab...
En el bronce de Homero resplandec… negro vino que alegras el corazón… Siglos de siglos hace que vas de m… desde el ritón del griego al cuern… En la aurora ya estabas. A las ge…
Cuando los relojes de la media noc… un tiempo generoso, iré más lejos que los bogavantes d… a la región del sueño, inaccesible a la memoria humana.
Paul Claudel ha escrito en una página indigna de Paul Claudel que los espectáculos que nos aguardan más allá de la muerte corporal no se parecerán, sin duda, a los que muestra Dante en ...
El hombre llegó del sur de Inglaterra en un amanecer del invierno de 1877. Rojizo, atlético y obeso, resultó inevitable que casi yodos lo creyeran inglés y lo cierto es que se ...
¡Cuántas cosas hermosas! Los conf… de la aurora del Ganges, la secret… alondra de la noche de Julieta. El pasado está hecho de jardines. Los amantes, las naves, la curiosa
El hombre que desembarcó en Buenos Aires en 1871 se llamaba Johannes Dahlmann y era pastor de la Iglesia evangélica; en 1939, uno de sus nietos, Juan Dahlmann, era secretario de una bib...
Tarde que socavó nuestro adiós. Tarde acerada y deleitosa y monstr… Tarde cuando vivieron nuestros lab… El tiempo inevitable se desbordaba sobre el abrazo inútil.
El azar, (tal es el nombre que nuestra inevitable ignorancia da al tejido infinito e incalculable de causas y efectos) ha sido muy generoso conmigo. El azar dice que soy un gran escrito...
Según su costumbre, el sol brilla y muere, muere y brilla y en el patio, como ayer, hay una luna amarilla, pero el tiempo, que no ceja,
Dispersos en dispersas capitales, solitarios y muchos, jugábamos a ser el primer Adán que dio nombre a las cosas. Por los vastos declives de la noch…
Los ponientes y las generaciones. Los días y ninguno fue el primero. La frescura del agua en la gargant… de Adán. El ordenado Paraíso. El ojo descifrando la tiniebla.
Haber visto crecer a Buenos Aires… Recordar el patio de tierra y la p… Haber heredado el inglés, haber in… Profesar el amor del alemán y la n… Haber conversado en Palermo con u…