Nada he sido nada soy sino escondida isla sin pájaros ni habitantes
Qué difícil contarte esta verdad, porque tú no sabes nada sobre su vestimenta leve, que se va deslizando por los huesos
Bajo el ala de la noche que deja su huella imprecisa bajo la sombra del corazón repudiado
El invierno comenzaba, apenas, a mostrar su cuerno —largo y temible— de unicornio ciego. Inquietante,
A veces huyo por intrincados caminos construidos de palabras, que me llevan a los páramos de nadie.
Con sus garras de ónix, puntual, ordeña la muerte cada uno de nuestros días, y los sorbe insaciable
Me había sido tan ajena siempre, y hoy de pronto me descubre su color sencillo
Aún deseo mis antiguos tiempos fetales, en que fui pez opalescente y ciego.
La memoria es una tumba abierta donde puedo enterrar la piedad por mí misma, mientras un felino se desliza muy suave
Por recorrer tu piel a pedacitos olvidé la piel agrietada de la patria, dejé de andar por sus caminos, no llegué hasta sus aldeas,
(En una retrospectiva de Ed Kienh… Vertiginoso, el paisaje es apenas otra nostalgia que inicia la mañana.
Casi podría decirte devorada por la angustia me asomo a la vieja cueva prohibida donde habitan
Solo como Borges en el fondo de la rosa torturado por báculos de plata espejos laberintos
Mentira: el perfume la voz el encaje la mujer de plástico
Times square Il pleut dans mon coeur... Verlaine Bulle la colmena —sin aparente propósito—