Me disuelvo en la magia giro en medio del fruto pulposo
Me había sido tan ajena siempre, y hoy de pronto me descubre su color sencillo
Con sus garras de ónix, puntual, ordeña la muerte cada uno de nuestros días, y los sorbe insaciable
Un desangrarse lento remontable hasta la más pérfida belleza hasta el misterio de la carne iner… un ciego encadenarse
Amo mi casa por sus cuatro viejos costados llena de voces y ruidos: casa de adobe y machihembre que se queja por la noche
The cloisters Camino por los claustros —piedra y columnas— recordando al orgulloso unicornio que no quiso subir al Arca de Noé
Los incrédulos repetirán —una y otra vez— tu nombre, como lo hago yo en esta noche de turbia embriaguez
Tengo miedo. Qué difícil contarte esta verdad, porque tú no sabes nada sobre su vestimenta leve, que se va deslizando
Casi podría decirte devorada por la angustia me asomo a la vieja cueva prohibida donde habitan
Qué difícil contarte esta verdad, porque tú no sabes nada sobre su vestimenta leve, que se va deslizando por los huesos
Yo miraba tus manos e inventaba historias de aleteos sobre mis pechos, de roces suavísimos
Solo como Borges en el fondo de la rosa torturado por báculos de plata espejos laberintos
Te propongo la dulzura del higo, su carne sonrosada, replegada y húmeda como un animal marino.
(En una retrospectiva de Ed Kienh… Vertiginoso, el paisaje es apenas otra nostalgia que inicia la mañana.
Fui agarrándome de ti, de tus ojos, campanarios llenos de palomas, y tu pecho encendido como un lucero sólo.