¡No tengo nada!
Mi tesoro son estas sonrisas
en que te guardo.
Soy la mujer más rica del mundo
cuando tocas a la puerta de mi memoria,
y un universo con tu nombre
se proyecta ante mis ojos.
¡No tengo nada! ¡Es cierto!
Sólo esta tierra de nadie
en que me instalo a esperarte
entre aquel mar de recuerdos,
y esta fortuna de besos
que te prodigo en el aire.