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Verdades amargas

Yo no quiero mirar lo que he mirado a través del cristal de la experiencia,
el mundo es un mercado donde se compran honores, voluntades y conciencias.
Amigos es mentira, no hay amigos; la verdadera amistad es ilusión,
ella cambia, se aleja y reaparece con los giros que da la situación.
 
Amigos complacientes sólo tienen los que disfrutan de ventura y calma;
pero aquellos que abate el infortunio, sólo llevan tristezas en el alma.
Si estamos bien nos tratan con cariño, nos buscan, nos invitan, nos adulan;
más si acaso caemos, francamente sólo por el cumplimiento nos saludan.
 
En este laberinto de la vida, donde tanto domina la maldad,
todo tiene su precio estipulado: amores, parentesco y amistad.
El que nada atesora, nada vale, en toda reunión pasa por necio;
y por nobles que sus hechos sean, sólo alcanzan la burla y el desprecio.
 
Lo que brilla no más tiene cabida, aunque brille por oro lo que es cobre;
lo que no perdonamos en la vida es el atroz delito de ser pobre.
La estupidez, el vicio, y hasta el crimen pueden tener su precio señalado,
las llagas del defecto no se miran si las cubre un diamante bien cortado.
 
La sociedad que adora su desdoro, persigue con su saña al criminal,
más si el puñal del asesino es de oro, enmudece y el juez besa el puñal.
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