Empezó por arriba sin la tierra
y se quedó tres días con los muertos;
tú no lo conociste con la sierra
daban escalofríos sus aciertos.
La casa de los lutos no lo aterra
espejos perfumados descubiertos;
una voz compañera desentierra
deslumbrante criatura sin más puertos.
Miraba su principio, las montañas
y del velo, la gran desgarradura:
aquella extraña luz en las cabañas.
Preguntas y respuestas sin nombrarte:
entre golpes de suerte, su negrura
descorchaban el vino sin mirarte.