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ANIVERSARIO DE BODA

A MI ESPOSA, EN NUESTRO ANIVERSARIO DE BODA
 
Hace sesenta y tres años cabales
que el cura en nuestro pueblo nos casara,
en la iglesia en que ya nos cristianara
otro cura en las aguas bautismales.
 
Son las dos circunstancias primordiales
que cada una su huella me dejara
y con mucho cariño me guardara,
pues ni de lejos las hubiese iguales.
 
Marcaba el día doce de febrero
del año uno, nueve, cinco, tres
cuando todo el amor del mundo entero
 
te lo traje y lo puse ante tus pies,
diciendo emocionado aquel “sí, quiero”,
que luego repetiste tú después.
 
ANIVERSARIO DE BODA (alejandrinos)
 
Ya son sesenta y tres los años que han pasado
de un día como éste, que en la puerta esperaba
de la iglesia del pueblo, donde allí celebraba
mi boda con mi esposa. Desde entonces casado,
 
me llegaron los hijos que el Señor me hubo dado
y sobre mis espaldas, con denuedo cargaba
responsabilidades que la vida me daba
que hasta entonces no tuve, ni siquiera soñado.
 
Han pasado los años y también muchas cosas,
las unas como a todos, las otras peregrinas
y a veces me ha tocado gozar de vino y rosas,
 
en cambio también supe cómo eran las espinas,
pero ya me curó la flor de las esposas
usando de su amor, en vez de medicinas.
 
AGRADECIMIENTO (ALEJANDRINOS)
 
Escribo estas palabras con sano regocijo
y lo hago porque siento que el alma me lo encarga,
que ya son muchos años llevando nuestra carga
muy juntos, caminando los dos con rumbo fijo.
 
Lo nuestro es soldadura, que no un simple atadijo
y cuando en ello pienso recibo una descarga
de amor y de ternura, que acaba con la amarga
y triste singladura que fuera mi acobijo.
 
Le debo a tu concurso, los ratos que he tenido
tan llenos de alegría y espero que no cese
la gran felicidad que mora en nuestro nido
 
y así le pido a Dios que nunca se muriese,
pues siento lo que nadie jamás haya sentido
y triste moriría si acaso se me fuese.
 
NUESTRA VIDA A CUESTAS (soneto inglés)
 
Los años han pasado y nos llegaban
los hijos uno a uno y la alegría,
que ya era grande, cada vez la aupaban
en cada nacimiento que venía.
 
Nos quiso Dios premiar, que premio es,
mandándonos un ángel de los cielos
y desde ese momento somos tres
con las mismas venturas y desvelos.
 
Se nos mezclan la dicha y la amargura
a partes desiguales y aun parece
que aquella es mucha más, pues la ternura
puesta para lograrlo la enriquece.
 
Y moriremos con las botas puestas,
juntos los tres con nuestra vida a cuestas.

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