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ABSTRACT DE UN ENSAYO SOBRE LAS PELUSAS

Hacía mucho que Schumann las veía cuando las almas caritativas creían que lo salvaban sacándolo del Rin, cuando se hizo internar, cuando murió loco. Nunca dejó de ver esas pelusas que se pegaban a las personas, dándoles forma como al Hombre Invisible. No escuchaba constantemente la nota La; eso es un invento de los historiadores o del mismo Schumann: en realidad veía pelusas. En sus buenos momentos las llamaba ángeles.

Las pelusas se nos pegan, fabricando una conciencia y también manos, orejas, ojos, pelo, corazón, sonrisa, talento, emociones, carrera, todo lo que suponemos necesario para ser alguien. En un momento imprevisible, se arrojan con nosotros al mundo.

Pasa el tiempo y de repente, sin aviso previo, las pelusas se despegan, dispersándose en el viento. ¿Qué provoca su partida? ¿La muerte, alguien que no nos quiere más, una baldosa floja, los estreptococos? No se sabe, las pelusas hacen lo que les da la gana y nos abandonan a merced de su ausencia.

Generalmente, la migración de las pelusas nos transporta al desierto. Despojados, impalpables y transparentes, tratamos de cubrirnos con arena, pero no se pega a la piel porque piel no hay y la arena se va con el viento, a formar dunas y pulir ruinas. Entonces seguimos lo que podría llamarse instinto: flotamos hasta la cima de la duna más alta en busca del viento que nos llevará hasta una nueva víctima, nuestro próximo humano ávido de recuerdos, nuestro imposible y desesperado encuentro con la luz.

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