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Naufrago

A mis memorias

La tinta me manchaba el torso,
se secaba y dibujaba en mis pechos
la inspiración jadeante de mis latidos secos
 
Por momentos,
como un espiral maldito caía la sangre de mis brazos,
y es que era una  prueba irrefutable,
mis ojos marchitos dejaban rastros de vivencia.
 
Y me miraba con esas pupilas fugaces,
como queriendo encontrarse a el mismo,
plasmando sus mañanas en mi cuello.
Sus trasnoches negras en mi espalda,
sujetando mi cintura con sus manos muertas.
 
Era nuestro juego,
aspirar la agonía posibilidad
de tener que esperar un día mas
para sentir de verdad que estábamos vivos.
 
Y así pasaron los años,
de aquellos minutos que se pausaban
cuando el reflejo entumecido de sus gemidos miraban de reojo mi boca.
 
El mar como un vasto cristal azogado,
era la luz que entraba por la ventana.
Y focalizaba mi cuerpo en su extención de vela,
como una carta astral en lenguaje cifrado.
 
Cuencos de nuestros viajes carnales son innumerables,
pero la tinta es memoria,
que se extiende por tus recuerdos,
y que naufraga melancolía.
 
En algún 5 viajaremos nuevamente,
igual de ahogado,
igual de tibio,
igual al abril que ahora padece septiembre.

(2015)

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