Cargando...

Despedidas.

Hay personas a las que las despedidas le provocan salpullido,
como si despedirse de alguien fuera necesariamente sinónimo
de dolor. Pero lo cierto es que no todas las despedidas duelen,
porque existen tantos tipos de despedidas como personas, ahí, en el mundo.

Existen las despedidas de amor, siempre tristes, siempre dolorosas, en las que se cierra una puerta.
Las despedidas banales en las que aparentemente,
nada cuenta, nada importa, hasta que el hueco en el sofá
nos dice todo lo contrario...

Despedidas llenas de miedo, de terror, por lo que se esconde detrás de ellas, especialmente cuando lo que se esconde es desconocido.
A mucha gente le gusta maquillar una despedida con un reconfortante: “hasta siempre”, a otros no. Cuando se despiden de alguien  nunca echan la vista atrás, para ellos solo hay una manera de decir adiós, es decir: “hasta nunca”.

Y están las que no te veías venir, las sorpresa.
Ese pasmo que te deja pensativo, preguntando si es real, dudando si es un esparcimiento de la vida para probar que tan bien estas parado o si una turbación te quita del modo dichoso en el que estabas.

Nacemos despidiéndonos del vientre de nuestra madre.
Crecemos despidiéndonos de los años que dejamos atrás.
Y moriremos despidiéndonos de la vida, al menos carnalmente.

Yo creo que la despedida es distancia, y si es distancia habrá que acércanos para no llegar a ese punto de partir, de soltar. Aunque del otro lado capas busca expandir su ablandar, llegado a ese caso, habrá que extrañar.

“La distancia es un recreo para extrañarse mas”  a encomendar...

Preferido o celebrado por...
Otras obras de David Herrera...



Top