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(titulo pendiente)

No me atrevo a tocarte
Pues dentro llevo una mancha
Que a tu ser inmaculado,
No debe extender,
Por eso no me ves acercarme,
Pues mi existencia es un abismo
Y mi tristeza es una plaga.
Sonríes y en dicha,
Iluminas el espacio que ocupas,
Te veo, en la felicidad,
De oro y plata brillando,
Te encuentro,
Danzando en las estrellas
Que en resplandor vas opacando.
Por eso no me ves
Al compás de tus pasos
Seguirte,
Porque exhumo la niebla
En que tus brillos se pierden.
No, no me atrevo ni a verte,
Pues mis ojos en tragedia
Al amor conocieron;
En vista, solo a tu forma,
Bañada en la aurora distingo
Y a mí, en la bruma perdido,
A tu luz lejana
Admirando.
No, no me confundo al quererte,
Pues eres el cielo
Al que entrego mis rezos.
Pero dime tú,
Si hundido al peso del mar
Mi grito a tu ser clama,
En tu divina forma,
¿Me escuchas musitar?
¿Qué queja llevo en alma?
—Ninguna—
Pues lo que llevo dentro
Es del corazón una mancha
Que, al miedo del tacto,
De tu luz se ve alejar;
Pues es mía la esencia
En la melancolía
Y tuya la dicha a vivir,
Si una consume a la otra,
A tu ser inmaculado,
No quiero degradar.

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