Cuando discurro en el vago rumbo de tus párpados
enredándome en tus pies como las algas
el tiempo es un otoño, vago y negligente
en donde las miradas se pierden en éxtasis.
Entonces se convierten en esa fuerza
que libera la ignominia de este mundo.
Eres el pasado sostenido en la música pristina
que embeleza conjugando mantras inteligibles
en medio de esta bruma que me sonroja
tras otro camino empedrado de silencios.
Como quien se inventa de espaldas
para reconciliar paradojas hambrientas de amor
frente a un puñado de renconres, de viejas hybris.
Oníricas flores del vacío
yo, desde este espacio sin preambulos
sigo sin desacostumbrarme a los naufragios.
en ellos he vivido
pero el reuerdo acuna la cadencia de estos versos...