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Poemas sin nombre: XXXIV

Como el ratón en la trampa, acabo de caer, sin comprenderlo todavía, en esta extraña trabazón de alambres, en esta imprevista jaula de dolor físico.

Hubo un tiempo en que me tenía por un águila avezada a clavar en el sol las finas garras; y otro en que la delgadez de mis tobillos me hacía pensar en los de la corza inquieta, hecha a todas las fugas.

Pero hoy acabo de descubrir que sólo soy un ratoncillo aterrado en el fondo de un mecanismo artero, una miserable criatura cautiva de un poder terriblemente físico y misterioso, que no suelta ni mata, pero que se interpone entre mi cuerpo y el mundo en que este cuerpo se movía.

Y aún deja el nuevo amo que me engañe, aún deja que yo vea, sin haberse cambiado de sus puestos, el aire, la luz, los horizontes que eran míos y donde ahora huyo sin huir, muerdo sin morder, espero sin saber qué van a hacer conmigo.

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