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EL 20 POR CIENTO DE MI PASO

Madrugé normal, como todas las secuencias de esos peces. Mis calcetines, de tan empapaditos de agua que estaban, se convirtieron en una almohada de cannabis. Estuve llorando, miré el techo, me di en el pecho, y solo era una flatulencia en mi costilla del lado derecho. Laxé la carta de divorcio, leí cada monema tácitamente. Plañendo se encontraba mi vena aorta, medité del concúbito de anoche.

Hacía algunos trescientos sesenta y cincos días lejanos, algún fulano, llamado Mengano, me ganó al decir tal proposición en voz alta, al lado de los otros sabios:

—Comillas, vámonos a la disco, hoy es viernes.

—No, tengo que estudiar sobre un parcial.

—¡Pero eso es para el otro lunes! Bueno, tú te lo pierdes.

Me la pasaba estudiando, estudiando y estudiando. Nunca me cansaba. Ponía mis canciones, y duraba veintitrés horas ilustrándome; no salía del hogar. Mis amigos se cansaban de mí, no compartía con nadie, veía demasiado porno, sexting y texting en todas partes; propuestas de coitos, maldades en mi cabeza, terminaba todas mis encomiendas. Lloraba, y me cuestionaba:

—¿Por qué todos tienen pareja?

O, aun peor:

—¿Por qué todos me piden la libreta?

Es tenaz siempre estudiar, pero era mi hobbie; me daba tranquilidad. Se mofaban de mí al decirme que nunca disfrutaba como ellos. Es cierto, yo nunca disfruté como ellos, la retórica detenía mi tiempo. Comer, plantar un pino y estudiar. Así eran mis días.

Terminaba mis tareas el mismo día, luego leía, luego escribía y, luego sucedía, que el suicida Comillas, pensaba en cómo sacarse a palos la ira, cuando venía. Me consideraban un “genio escritor”, “... La promesa de la literatura dominicana del siglo XXI”, un “no lector”, un “leñador”, un “promiscuo”, un “idilio”, un “gongorito”, un “Playboy”, un “privón”, un... malnacido, semejante a Jesucristo, quien vino a beber vino, y a maldecir a todos los impíos. No me deleitaba en las discotecas, con mis panas, prefería quedarme en mi casa, aprendiendo.

El día de hoy, mi cónyuge, digo, ex cónyuge, me trajo el acta de divorcio. Solo duramos un mes de matrimonio. Estoy en mi oficina, mirando por el orificio de mi ventanilla, de mi negocio...

Estoy llorando, apliqué racconto. Gerundio del Pueblo Gerudo; tomo mi Rémy Martin en mis ambidextros brazos, mirando al lector, diciéndole:

Ahora estoy solo, no disfruté de nada, pero soy millonario. En cambio, mis amigos, todos, están malpasando.

Preferido o celebrado por...
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