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En un espiral infinito

En el templo de tu pensamiento,
profeso mi credo y mi oración
al calor de tu cuerpo, resucitar me siento
de esta helada fatal
pues en mi no hay vida, si no inhalo tu aliento
tú eres mi atmósfera vital.
 
Quisiera entregarme del todo,
ocupar tus espacios
en la geometría y en la cuenta del tiempo,
abrazarte en un espiral
que sea infinito y eternamente pleno
y no volver a vivir en un erial
sino superpuesto a tu cuerpo desnudo
donde yo te descubro y tú por fin me conoces
y mientras tú me miras y me tocas
yo me bebo tus labios y todos tus amores.

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