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31 de diciembre de 2019

Un sudor hiere tus párpados
te sabes a ti misma salada
al enjuagar tus labios con tu lengua
 
Un sudor hiere a mis deseos
entre tus pechos tibias gotas de sudor
quieren escurrir
así como yo en ti
 
Cuando el sol te florece
nace la vida en mi vida
cuando el sol te desviste
—embelesado por el instante—
pienso en querer vivir
vivirte
 
Cuando Dios hizo el sol
pensó luego en ti
y se rió con ternura de mí
 
Un olor compone la herida
favorece el soplo fresco a tus párpados y a tus pechos
Un viento fresco se apiada de mí
disminuye mi dolor y mis deseos
 
Un sonido distante completa el ritmo de tus pasos, de tus nalgas, de tus pechos, de tus caderas
Voy cantando
Vas bailando, con el ritmo del tiempo
con el ritmo del viento; árbol que camina
 
Cuando Dios hizo las nubes
luego pensó en ti
luego pensó en mí
en nuestras suavidades
en nuestras humedades
en nuestros pasos viajeros
en la ida y vuelta
en la muerte y en la construcción.

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