Soy un poeta que habla de pájaros.
También
claro
de otras cosas
la luna los hipogrifos violentos
los círculos viciosos
las divinidades
y los campos de tortura
Pero hablar de pájaros
y escribir subido a las ramas de los
árboles
libros y libros de versos
es mi obsesión
la rutina de mis ansias
Un amigo mío me dijo un día
Enrique no hay que prestar tantos
nidos
de atención a los pájaros
Y entonces volví la vista a los árboles
a esos seres tristísimos que crecen
persiguiendo a su pronombre
a esos fumaderos de oxígeno
a esos astrónomos del parque
que gustan de escudriñar el cielo
con los ojos de sus pájaros
Los pájaros
Los poemas del árbol
Su estrategia para podarle la prosa
que le crece
Las aves que
en diferentes puntos
se insertan al ramaje
y en él hallan los nidos de caoba
donde olvidar sus alas 94
metamofosearse en frutos
y esperar a que madure en sus entrañas
el aleteante néctar del gorjeo
Enrique
me dijo el amigo mío
Pon a la frivolidad en cuarentena
y arroja los trinos
que aletean en tus dedos
a un diccionario de la rima
cualquiera
Cambié de itinerario
Abrí mi caja fuerte para encerrar en
ella
los consejos
Me volví
un poeta que habla ya no de pájaros
sino de árboles hechos y derechos
Que adivina el bosque en cada pino
o cada sauce
a sabiendas de que a todos
nada arbóreo
como diría el clásico
les es ajeno
Un poeta que los ve a la distancia o desde cerca
o desde abajo
O encaramado en una de sus ramas
para ser el agente de tránsito
de los vientos
o de las palabras que corren por los aires
tocando la bocina
de alguna de sus vocales
Vi los olmos
los cedros
los sauces
Los divisé
como a nosotros
negociando sus minutos con la
muerte
Alzando en hombros el verdoso
brochazo de su impulso
Levantando en la yema de su dedo
algunas de sus brisas
Pero también sufriendo el cansancio indecible
de cargar no sólo su muchedumbre
de hojas
sino el frondaje completo del firmamento
o padeciendo los jadeos invisibles
de su marchitarse
Acaricié su tronco
Y por uno de sus nudos
cicatriz de un hachazo
le recité poemas
y hasta me puse a tararearle una canción de cuna
para sus partes niñas
Creo que fue en Pascal donde hallé la imagen del
hombre
corno un junco o una caña que
a pesar del feroz ramalazo de la
tempestad
afilada por los montes
se sostiene
la quilla de la frente
quebrando en dos al viento
por las hondas raíces que lo clavan en tierra
encantado por el juego
de las leyes naturales
y planeando cada una de sus conquistas cósmicas
bajo tierra
Si fui
en el pasado
un poeta que
tras de hablar de pájaros
dio recitales de poesía en los claros de la selva
hizo marchar de diez en fondo a los árboles
en la calzada real de sus estrofas
y escribió sus mejores metáforas en los troncos
después terminé por ser
o sentirme
o transformarme
en un árbol que canta
y dice confidencias
y busca melodías en el lento desplazarse
de su savia
o en el céfiro que escudriña los nidos a la búsqueda
de residuos melódicos
Un sauce o una encina que
con los álabes de su ramaje
cuenta
las sílabas de sus versos
o que emplea el metrónomo del ritmo de la
vida
para decir
decirse
desdecirse
con un silencio que se desploma del frondaje
como la sombra
o la hojarasca
Pero también fui un árbol que aúlla
gime
gimotea
da arañazos al cielo
hasta darse en la garganta
con el amargo sabor
de la sordera ajena
Entonces
cuando no sé qué director orquestal
me daba la entrada
escupía a los aires
un fortísimo de bramidos
y dejaba en la atmósfera
el escándalo de mis pulmones
Fui en verdad un vegetal violento
erizado de injurias
zozobras
y lianas malolientes de saliva
colgadas como escarcha
Árbol blasfemo
a las patadas con la Divina Providencia
dedicado infatigablemente
a pisotear y embarrar en el suelo
todo presunto milagro
y arrancar hojas y hojas a la Biblia
con la seguridad
de llegar a tener entre manos
las Santas Escrituras de la nada
Pero hoy ha sucedido
Ya no estoy aquí
anclado al suelo por una raigambre
sedienta de negrura
y hambrienta de gusanos
Ya no estoy a la espera
de la furia del destino
y su jauría de vientos
No estoy aquí
Ya no
A mis espaldas hay
tan sólo un hueco
cavado por mi ausencia
que brama nacimientos
y sangra independencias
Soy un árbol
que ya está en el edén de su odisea
que encuentra pies y báculos
y brújulas y prisas
y hasta el camino mismo
entre sus pertenencias
Un árbol que concibe su primer paso
con los dolores
del alumbramiento